¿Santiago o Prisciliano?
¿Quién está enterrado en Santiago de Compostela? Mientras que la Iglesia mantiene que en la seo compostelana yace el cuerpo d Santiago, o Jacobo, llamado "el Mayor", tesis historiográficas dudan de esa leyenda. Aún así, no deja de ser importante la aportación del Camino de Santiago a la Historia europea y mundial.
Desde que el camino milenario se volvió Camino han habido
discrepancias sobre la pertenencia de los huesos hallados en el año 813 por un
eremita llamado Pelayo. La mayoría de historiadores y eruditos antiguos (Louis
Duchesne, Claudio Sánchez-Albornoz o Miguel de Unamuno) y contemporáneos (Ramón
Chao o Fernando Sánchez Dragó entre otros) que han investigado y realizado
estudios acerca del tema, aseguran que no existen hechos ni datos históricos
que indiquen ni demuestren que Santiago (El Mayor) predicó en España.
Por lo tanto, ¿De quién son los huesos que están enterrados
y que año tras año son visitados y venerados por miles de personas?
Como es lógico, las personas católicas e historiadores
afines al catolicismo, defienden que los restos que descansan en la catedral
son los del apóstol Santiago, descartando la teoría más plausible de todas, la
que indica que los restos que allí descansan son los de Prisiciliano, antiguo
Obispo de Ávila que fue acusado de herejía y condenado a muerte por la Iglesia.
Vamos a tratar de contar la historia de estos dos personajes
históricos y mostrar el paralelismo entre ellos para entender mucho mejor por
qué el mito de Santiago se impuso a la historia de Prisciliano.
Sus orígenes:
Santiago el Mayor
Puede ser importante aclarar que en el Nuevo Testamento
aparecen cinco “Santiagos” pero nos centraremos en Santiago el Mayor, segundo apóstol por orden de elección e hijo
de Zebedeo y Salomé. Nació en torno al año 5 a.C. y se sabe que murió en el año
44 d.C. decapitado a manos de Herodes Agripa (Rey de Judea). Es en la vida de
éste Santiago en la que se basa el mito Jacobeo, vivió unos 49 años.
Prisciliano
No se sabe con total certeza su lugar de nacimiento, pero es
bastante probable que naciera en Iria Flavia (actual Padrón) hacia el año 342
d.C. Prisciliano predicaba una religiosidad cristiana de tipo gnóstico donde el
culto a Dios no estaba reñido con el culto a la tierra y al sol, y donde las
mujeres podían ejercer el sacerdocio. Su austeridad y pensamientos lo
convirtieron en una persona muy popular en las tierras de Galicia y más allá,
llegando a ser una persona muy influyente en todo el Oeste de la península,
hasta el punto de ser nombrado Obispo de Ávila.
Sus vidas:
Santiago el Mayor
Más allá de leyendas y tradición verbal, no se encuentran
demasiados datos históricos que demuestren que Santiago predicó en la península
ibérica, y la tarea de dotar de solidez y argumentar esta teoría es complicada,
ya que existe poca documentación de la época. Los estudiosos coinciden en que
esta falta de información y documentación se quiso subsanar atribuyendo
misiones apostólicas a aquellos discípulos que no las tenían. La tradición
cuenta que Santiago llegó a Hispania entre el año 33 d.C. y 40 d.C. Algunas
teorías localizan su entrada a la península por la costa de Portugal, otras por
Tarraco para seguir el valle del Ebro y otras incluso por uno de los grandes
puertos mediterráneos como lo era Cartagonova. En su predicación por el norte
de la península Santiago presenció dos apariciones marianas: una en Muxía (La
Virgen de la Barca) y otra en Zaragoza (La Virgen del Pilar). Esta segunda
aparición parece ser que Santiago la presenció en compañía de los “Varones
apostólicos”, los siete primeros convertidos durante su predicación, y que
posteriormente viajaron a Roma para ser nombrados obispos por San Pedro. Al
parecer la predicación de Santiago no fue muy exitosa y su vuelta a Palestina
se sitúa entre el año 40 d.C. y 42 d.C., donde fue sentenciado a muerte por
Herodes Agripa y decapitado en el año 44 d.C. De su muerte sí que hay datos que
la sitúan y corroboran tal y como se cuenta .Las primeras referencias
históricas sobre la peregrinación de Santiago en Hispania no aparecen hasta
finales del siglo VI o principios del VII, en el “Breviario de los
Apóstoles”.
Prisciliano
Prisciliano nació en el seno de una familia noble de
terratenientes. La fecha de su nacimiento está datada hacia el final de la
primera mitad del siglo IV (por el 342 d.C.), probablemente en Iria Flavia, lo
que hoy conocemos con Padrón. El estatus familiar le permitió viajar entre
otros muchos lugares a Burdeos (370 d.C.), donde estudió, y donde decidió
abandonar su rica y acomodada vida para llevar una vida basada en la
austeridad, la pobreza y la igualdad entre personas y sexos. Prisciliano
comenzó a difundir su doctrina en torno al año 375 d.C., y bajo esas premisas
se empezó a fundamentar lo que hoy conocemos como doctrina priscilianista. La doctrina priscilianista abogaba por
devolver al cristianismo su esencia pura e instaba a la iglesia a unirse al
pueblo en favor de los pobres y desfavorecidos, condenar la esclavitud y dotar
a la mujer de la importancia que merecía. Se especula incluso que
predicaba desnudo y utilizaba danzas en sus ceremonias, mezclando así ritos
ancestrales con el cristianismo. Gracias a sus características, el
priscilianismo y la figura del propio Prisciliano arraigaron profundamente en
Hispania y Aquitania, hasta el punto de ser nombrado obispo de Ávila en el año
380 d.C. Los eclesiásticos opositores a su doctrina se alzaron en su contra y
lograron su excomulgación y destierro, obligándole a huir. En su huída acudió
con algunos discípulos a Roma en el año 382 d.C. para conseguir una audiencia
con el Papa Dámaso I y explicar su punto de vista, pero éste se negó, no así el
emperador Graciano que derogó el “rescripto” imperial que ordenaba su
destierro. Volvió a Ávila para ser de nuevo instaurado como obispo.
Sus muertes:
Santiago el Mayor
Como recoge el libro “La dormición de María”, cuando ésta ve
cercana su muerte, le pide a Jesucristo que le permita estar rodeada de los
apóstoles cuando llegue el día. Jesucristo le otorga la capacidad milagrosa de
aparecerse en vida a los apóstoles para así reclamar su presencia. En el año 40
d.C. aproximadamente Santiago presencia la aparición de la Virgen María sobre un pilar,
donde hoy se alza la Catedral de la Virgen del Pilar en Zaragoza. En el año 44
d.C. Santiago retorna a Palestina y es condenado a muerte por Herodes Agripa,
quien seguía la estela de su tío Herodes Antipas, famoso por el encuentro que
mantuvo con Jesucristo y que a la postre desencadenó en la crucifixión del
mesías. La versión basada en la tradición cristiana cuenta que dos de sus
seguidores, Teodoro y Atanasio
trasladaron sus restos en 7 días desde Palestina hasta Galicia, en una barca de
piedra carente de remo y vela, siendo únicamente guiados por un ángel. Estos dos discípulos fueron enterrados con Santiago.
Una
vez llegados a la costa, los discípulos pusieron el cuerpo del apóstol en una gran piedra que inmediatamente se ablandó, como si fuera cerra, y se transformó de repente en un sarcófago a su medida. Fueron a ver a la reina Lupa y solicitaron su ayuda. En un intento de
burla hacia ellos, la reina les prestó dos toros bravos para tirar de un carro
y les aseguró que les dejaría enterrar al apóstol allí donde los toros pararan.
Milagrosamente amansaron a los toros y estos llevaron el carro hasta el centro
del palacio de la Reina, que resignada dejó enterrar allí los restos del mártir
y construyó una iglesia en su honor.
Prisciliano
Poco le duró a Prisciliano el obispado de Ávila, ya que poco
tiempo después, el emperador Graciano fue destronado por Magno Máximo, quien
reinició la persecución contra Prisciliano y todos sus seguidores. En el año
385 d.C. Prisciliano fue condenado a muerte y decapitado en la ciudad alemana
de Tréveris, donde se le dió sepultura y permaneció enterrado durante dos o
tres años. Muchos indicios apuntan a que el verdadero motivo de la condena fue
político-religioso. Durante el Siglo IV el Imperio Romano entró en su
decadencia en occidente y necesitaba una reunificación urgente.
A su vez,
durante ese mismo siglo, el cristianismo se había extendido de una manera
notable, gracias a que la iglesia era bastante permisiva con algunas de las
prácticas con tal de expandir y consolidar su fe. Así pues, muchas prácticas de
idolatría, ritos y otras creencias paganas no eran perseguidas ni castigadas
mientras se fuera “cristiano”. En ese caldo de cultivo emergió la figura de
Prisciliano, y en poco tiempo consiguió un gran número de seguidores y adeptos
a su causa, hasta el punto de crear la primera estructura jerárquica
independiente y un tanto fuera de control de la iglesia católica de Roma, hecho
que comenzó a preocupar. Iglesia e Imperio se unieron para, por una parte poner
freno a la corriente de priscilianismo emergente, y por otra, unificar el
imperio a través de una única religión: la cristiana católica. Un dato curioso sobre la condena de
Prisciliano es el hecho de que no se le condenó por herejía, sino por brujería,
ya que con un veredicto herético la iglesia se hubiera visto privada de las
pertenencias y posesiones arrebatadas a los herejes, y hubieran sido
confiscadas por el estado. Así todos se veían beneficiados. Hecho este
paréntesis explicativo, retomamos el traslado del cuerpo de Prisciliano en el
año 389 d.C., cuando el emperador Máximo es derrotado y decapitado por
Teodosio, y la iglesia de Roma permite viajar a varios discípulos de
Prisciliano para exhumar sus restos y transportarlos por mar hasta su ciudad
natal. Paralelamente al traslado del cuerpo, seguidores de la doctrina
priscilianista realizaron ese camino a pie, esa primera peregrinación a
Compostela cuatro siglos antes del descubrimiento de Pelayo.
Descubrimiento:
Según cuenta la historia, en el año 813 d.C. un eremita
llamado Pelayo presenció unos destellos luminosos de lo que parecía una
estrella cerca de un bosque llamado Libredón. Rápidamente advirtió de su
hallazgo al obispo Teodomiro, que ordenó excavar en el lugar donde
posteriormente hallaron un cuerpo decapitado. A partir de ese momento hasta
nuestros días, interpretaciones, guerras, intereses, nuevos descubrimientos,
bulas papales y la necesidad de la iglesia de reunificar a la cristiandad
entorno a una figura ante la invasión musulmana que sufría la península, hizo
que el mito del apóstol se consolidara y extendiera. Varias han sido las
solicitudes para la realización de la prueba del carbono 14, ya que con esa
prueba se podría datar con exactitud los restos óseos y arrojar algo de luz a
la incógnita que posiblemente nunca se resuelva. Sea como fuere e
independientemente de quién esté allí enterrado, el Camino es mucho más que la
veneración de unos huesos y el abrazo a la representación de la figura del
santo, la importancia del Camino reside en cada uno.
Seguimos contrastando datos:
Un investigador actual
descifró el nombre hebreo «Jacob» en el sepulcro de Santiago de Compostela. Un hallazgo de un profesor de la Universidad de
Navarra, reforzó la tradición de que en el sepulcro de Compostela se
encuentran los restos del apóstol traídos desde Jerusalén. El profesor de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra Enrique Alarcón ha
descifrado la palabra ´Jacob´ -equivalente a ´Santiago´- escrita con caracteres
hebreos del siglo I en una inscripción hallada en el sepulcro compostelano.
Según expuso el experto durante la clausura de la Cátedra Camino de Santiago de
la Universidad de Navarra, “el nombre ´Jacob´ figura entrelazado con la palabra
griega ´mártyr´ (literalmente, ´testigo´)”.
El rótulo objeto de este nuevo estudio fue descubierto en
1988 en la tumba de Atanasio, aledaña a la de Santiago, por el profesor Isidoro
Millán. “Su simbología es muy
rica y corresponde a las inscripciones sepulcrales del primitivo cementerio
judeocristiano de Jerusalén. He encontrado que alude a la fiesta judía de
Shavu´ot (Pentecostés), cuando los apóstoles predicaron por vez primera a todos
los pueblos, como narra el Nuevo Testamento. Cristo les había encargado que sólo
entonces podrían salir de Jerusalén y ser sus testigos hasta ´el fin de la
Tierra´ (´Finis Terre´) “, explicó Enrique Alarcón.
En esta línea, determinó que “la inscripción se refiere a
Santiago como cumplidor de ese mandato: testigo de Cristo en el Finisterre, el
nombre romano de la costa gallega, y es casi contemporánea, ya que los
caracteres hebreos son anteriores al año 70″. A lo que añadió lo siguiente:
“Esta datación viene confirmada por la representación de panes rituales de
Shavu´ot, que dejaron de hacerse dicho año tras la destrucción del Templo de
Jerusalén por los romanos”.
Datos reveladores
Según ha expuesto la Universidad de Navarra, el hallazgo
refuerza la tradición de que en el sepulcro de Compostela se encuentran los
restos del apóstol Santiago traídos desde Jerusalén, así como su predicación
años antes en el Finisterre. “La representación de lo que parece ser una lengua
de fuego coincide también con la narración de Pentecostés en el Nuevo
Testamento, y ratifica su historicidad. Por su importancia, la inscripción de
Santiago debe situarse entre las principales de toda la arqueología cristiana”,
explicó el investigador. El texto completo de la investigación se publica en un
volumen de estudios sobre el Camino de Santiago coordinado por el profesor
Piotr Roszak, de la Universidad de Torun.
¿Santiago apóstol o
Prisciliano?
Varios estudios hacen pensar que el que está enterrado en
Santiago de Compostela no es el apóstol sino el propio Prisciliano. El profesor
Henry Chadwick de Oxford, toda una autoridad en la materia, es quizás el más
conocido entre ellos. Pero fue en el año 1900 que el especialista en biografías
de santos Louis Duchesne escribió un artículo con el título “Saint Jacques en
Galice”, que publicó en la revista de Toulouse Annales du Midí, en el cual deja
caer la posibilidad de que quien está enterrado en Compostela es Prisciliano y
no el apóstol Santiago. Llega a esta conclusión apoyado en el recorrido que los
discípulos del hereje hicieron con sus restos mortales hasta su tierra natal. Quizás nunca se sepa a ciencia cierta, pero no deja de ser una ironía que
Prisciliano siendo “ajusticiado” por hereje su tumba haya sido venerada durante
tantos siglos como un icono del cristianismo.
Ramón Chao, nacido en Villalba (en la provincia de Lugo),
aunque residente en París, es de los que están convencidos de que el apóstol
Santiago jamás pisó España y de que los restos que se veneran en la capital
compostelana no son los suyos, sino los de un gallego de nombre Prisciliano que
en el siglo IV revolucionó el cristianismo primitivo chocando frontalmente con
la Iglesia. Un hereje, en fin, ejecutado en la ciudad alemana de Treveris en el
año 385 y cuyos restos habrían sido trasladados por sus seguidores hasta
Galicia. Es curioso que una de las rutas jacobeas proviene de Tréveris, siguiendo la supuesta ruta del cadáver de Prisciliano hacia Compostela.
El mito más grande
Después de todo, Santiago, era un símbolo que animaba a los
cristianos contra los ocupantes musulmanes, es el mito más grande de la
cristiandad. Con Santiago nació la idea de Europa, Goethe lo reconocía y Juan
Pablo II proclamaba en uno de sus históricos viajes a Compostela: «Europa, encuéntrate a ti
misma, busca en tu identidad…».
A partir del siglo VIII comenzó a peregrinarse desde todo
Occidente hasta Galicia para venerar estos restos. De aquel formidable movimiento
de masas que dura hasta nuestros días y crece cada año ha nacido una de las
mayores industrias turísticas de todos los tiempos. A Santiago llegan miles de
peregrinos no católicos, desde monjes sintoístas procedentes de Japón a
personas de todos los credos y culturas.
En un año normal Santiago recibe casi dos millones de
peregrinos. En Año Santo, que se celebra cada vez que el día de Santiago, el 25
de julio, cae en domingo (el próximo será 2021), puede haber hasta cinco
millones de peregrinos. Cada año un miembro de la Familia Real española realiza
en la catedral la ofrenda al apóstol. ¿Quién se atrevería a remover los
cimientos que sostienen ese entramado social, económico y también espiritual?
El escritor y periodista gallego Ramón Chao se suma así a
tantos otros historiadores, españoles y extranjeros, que, como el profesor
Henry Chadwick, de Oxford, también aseguran que la urna de plata de la catedral
encierra las reliquias del hereje Prisciliano, y no las del apóstol. Ya
Menéndez Pelayo hablaba mucho de este personaje en Historia de los heterodoxos
españoles, y el propio Miguel de Unamuno mencionó en muchas ocasiones la
posibilidad de que la historia de Prisciliano se hubiera solapado con la
leyenda del apóstol Santiago. Los santos
son herejes que tienen éxito, los herejes son santos fracasados.
Prisciliano puso en cuestión muchas cosas y le tocó perder».
El asunto es objeto de controversias históricas en las que han participado
eruditos de la talla de Claudio Sánchez Albornoz o Américo Castro.
La leyenda de Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo el pescador
y hermano de San Juan Evangelista, nació en el siglo VIII con las visiones de
un ermitaño que vió luces extrañas en un bosque de Iria Flavia mientras se
escuchaban los cánticos de los ángeles. El obispo Teodorico visitó entonces el
lugar y encontró una vieja lápida con restos humanos y los atribuyó al apóstol
y a dos de sus discípulos.
Cuando la noticia llegó a los dos hombres más poderosos del
momento, el Papa León y el rey francés Carlomagno, ambos se apresuraron a
certificar que se trataba del apóstol. El mundo necesitaba creencias, los
cristianos necesitaban una fuerza que les moviera a luchar contra los árabes,
que habían llegado hasta la localidad francesa de Poitiers y amenazaban de
forma permanente Asturias, el único reino de la Península que había resistido
sus avances.
Prisciliano – el hereje
ascendido a obispo
Prisciliano nació en Gallaecia – noroccidente peninsular que
comprendía la actual Galicia y Asturias – alrededor del 342, y a los treinta y tantos
años comenzó a predicar doctrinas heréticas, si bien ya se había aficionado a
la magia desde su juventud. Empeñado en propagar la gnosis y el maniqueísmo,
este hijo de familia noble se ganó a miembros de su clase y a plebeyos, incluso
a obispos, como Instancio y Salviano.
El priscilianismo se extendió en seguida
de Gallaecia a Lusitania, y de allí a la Bética, de modo que en el año 380 se
reunió un concilio en Zaragoza para atajar sus progresos. Fueron excomulgados
los prelados Instancio y Salviano y los laicos Helpidio y Prisciliano. Poco
después, los dos prelados excomulgados elevaron anticanónica y tumultuariamente
a la silla de Ávila a Prisciliano. Así las cosas, el metropolitano de Mérida,
Idacio, y el obispo Itacio acudieron a los jueces imperiales. Éstos arrojaron
de las iglesias a algunos priscilianistas, y el mismo emperador Graciano
decretó en 381 el destierro de los herejes hispanos.
Se especula que está enterrado en la tumba del Apóstol
Santiago. Pocos saben la existencia de este personaje un gallego cuya
influencia y carisma estuvieron a punto de cambiar el cristianismo tal como lo
conocemos. Prisciliano era un hereje de los que surgieron a finales del S. IV
después de Cristo, pero no uno cualquiera. Fue uno de los grandes e incluso
pudo producir un cambio en el cristianismo tal como lo conocemos hoy. Llegó a
incomodar a la curia en los niveles más altos, debido a la influencia de sus
ideas en la comunidad gallega de su tiempo y luego se extendería incluso a la
iglesia cristiana en general.
Tras ser decapitado, se convirtió en el primer hereje
ajusticiado por la iglesia a través de una institución civil. Sus adeptos se
encontraban en reuniones nocturnas celebradas en un bosque o cuevas, y allí
bailaban como parte de la liturgia, en la que participaban tanto hombres como
mujeres. No comulgaban con pan y vino, sino con leche y uvas. Además, creían en
el emanantismo, es decir, en que el alma surge de una especie de almacén y
desciende luego al mundo material donde, inevitablemente es corrompida por el
maligno.
El Papa San Dámaso
Parecía que las aguas volvían a su cauce, pero al año
siguiente, Prisciliano, Instancio y Salviano fueron a Roma para que el Papa,
san Dámaso, revocara la excomunión. Por supuesto el pontífice se negó a
concederles audiencia. Finalmente, aprovechando la ausencia de Graciano,
convencieron a su magister officiorum de que anulara el decreto imperial,
Satisfecho, el grupo volvió a Hispania y consiguió que Itacio fuera acusado de
perturbador de la iglesia; tras ser detenido, el obispo antipriscilianista se
vio obligado a huir a Tréveris.
En el año 383, el hispano Magno Clemente Máximo,
gobernador de Britannia, cruzó las Galias, y sus 130.000 soldados hicieron huir
al emperador Graciano, siendo Máximo nombrado nuevo emperador de Occidente.
Esto no agradó a Teodosio, emperador de Oriente, de modo que buscó el apoyo de
la Iglesia. Máximo condenó el priscilianismo, pero la aplicación de una
sentencia por herejía implicaba la confiscación por el Estado de los templos de
la secta, lo que no interesaba a la jerarquía eclesiástica ni servía a los
intereses del Emperador. La solución sería recurrir a un proceso judicial que
condenara a los obispos relapsos por brujería, lo que incluía requisar las
propiedades personales de los acusados.
Se convocó un nuevo concilio en Burdeos, al que acudieron
Prisciliano y sus discípulos. En él se condenó de nuevo la herejía, pero se depuso a Instancio de su sede. Prisciliano abandonó el cónclave
para dirigirse a Tréveris, donde Máximo había establecido su corte, para
convencerle de que mediara en su favor, sin saber que Itacio ya planeaba acabar
con su vida. En el año 385 Prisciliano llegó a Tréveris, donde fue acusado por
Evodio, prefecto del Emperador, de practicar rituales mágicos. Prisciliano
confesó bajo una enorme tortura y fue decapitado junto a seis seguidores. Se
convertía así en el primer hereje ajusticiado por la Iglesia a través de una
institución civil.
Condena a muerte
Su elocuencia le salvó de la muerte una primera vez.
Defendiéndose a sí mismo en un tribunal romano, logró convencer a la curia.
Pero la fuerza con que se extendía su mensaje era imparable, y la desconfianza
de sus enemigos también. Su suerte estaba echada. Su ejecución en el año
385 en Treveris fue ordenada por el emperador Teodosio. Constituyó la primera
muerte de un cristiano a manos de otros cristianos. Se desencadenó entonces la
persecución de anacoretas, vegetarianos, ascetas y todo lo que tuviera visos de
priscilianismo. Sus discípulos consiguieron llevar los restos hasta su Galicia
natal por una ruta que luego seguirían los peregrinos de Compostela. Había
nacido el Camino de Santiago, casi cuatro siglos antes de que empezara el
primer peregrinaje oficial.
Aquí recordar que Santiago fue decapitado en Palestina en el año 44
d.C. en tiempos de Herodes Agripa, como ya hemos comentado.
Una visión muy ecléctica
y pagana del cristianismo
Prisciliano nació en Galicia en el año 340, preconizaba un
cristianismo gnóstico y druídico mezclado con la astrología y el estudio
bíblico a través de la técnica de numerología cabalística llamada gematría, la
astrología. Prisciliano aceptaba los textos apócrifos y entre las ideas que
prodigó una era la del hermano gemelo de Jesús, por tanto probablemente el
primero o más importante extensor de la herejía del gemelo en nuestra Península
Ibérica y quizás en el resto de Europa a través de sus discípulos, que tuvo
repercusión en otras herejías, que merecen otro artículo por su vinculación a
otros temas de actualidad en los últimos años. Todas estas influencias, tanto
celtas como de tradiciones esotéricas hebreas, dieron una visión muy particular
de la religión cristiana que acababa de empezar a definirse tras el Primer
Concilio de Nicea 20 de mayo al 25 de julio de 325 convocado por el emperador
Constantino I. Esta herejía tomó el nombre de su inspirador y se llamó
Priscilianismo.
El Priscilianismo:
expansión y condena
El Priscilianismo se extendió por la parte más occidental
del Imperio, perdurando hasta mediados del s. VI, es decir casi 200 años más
después de la muerte de Prisciliano, durante los cuales continuó siendo
perseguido por la iglesia. Finalmente fue acusado de hereje y aunque el pueblo
lo nombró Obispo de Ávila para salvarlo, aun así fue excomulgado. Por lo cual
intentó verse en Roma, tras una larga peregrinación, con el Papa S. Dámaso y S.
Ambrosio, entonces obispo de Milán, pero ninguno le recibe. Prisciliano recurre
a las autoridades civiles, sobornando a algunos funcionarios. Finalmente muere
en Tréveris en el año 385 condenado por un tribunal civil. Lo que después se
supo, debido a unos manuscritos del propio Prisciliano encontrados en Alemania
en 1885, es que él denunciaba la corrupción de los líderes de la iglesia, dada
más al vicio que al servicio, lo cual pudo ser la causa de su caída a los
infiernos.
Gallicea
En el año 388 se recogieron los restos de Prisciliano de la
iglesia de Tréveris para ser introducidos en un sarcófago de piedra que fue
trasladado en una embarcación hasta las costas gallegas. Una vez allí, se llevó
tierra adentro a través de una desembocadura del río Ulla y luego fue
transportado hasta Iría Flavia (hoy Padrón). Por fin, los restos del hereje se
depositaron en la necrópolis céltico-romana de Amaea, dentro de los límites de
la diócesis de Iria.
Siglos más tarde, en los alrededores del cementerio
emergería la ciudad de Compostela, lo cual daría pábulo en 1900 a la duda de si
los restos depositados en la catedral son del apóstol Santiago o los de
Prisciliano. Y es que el ese año, el hagiógrafo Louis Duchesne publicaba en la
revista francesa de Toulouse, “Annales du Midi”, un artículo titulado “Saint
Jacques en Galice”, sugiriendo que quien realmente estaba enterrado en
Compostela es el obispo heterodoxo. Se trata de una hipótesis poco consistente,
muy popular, de la que se hicieron eco Claudio Sánchez-Albornoz y Miguel de
Unamuno.
Conclusión:
No se debe temer a la
influencia de la ciencia en el escudriñamiento de eventos relacionados con la
cristiandad. ¿Quién está, entonces, en la catedral de Compostela, los restos
fósiles de Santiago Apóstol llegado de Palestina o el hereje Prisciliano?
El prestigioso forense José Antonio Lorente, director del
laboratorio de identificación genética de la Universidad de Granada, ha
rechazado en dos ocasiones analizar el ADN de las reliquias. Mientras no se
tenga con qué compararlas no tiene mucho sentido hacer las pruebas. A lo sumo,
si se conociese el lugar de enterramiento de algún pariente de Prisciliano, se
podría determinar si los restos corresponden o no al hereje. Lo demás es
leyenda. Y tal vez ni siquiera la ciencia pueda llegar a desvelarlo algún día.
La posibilidad de que los venerados restos que se hallan enterrados en la catedral de Compostela pertenezcan al apóstos Santiago, martirizado en Jerusalén en el año 44 por orden de Herodes Agripa I, es objetivamente muy difícil, tal y como reconocen la mayoría de los investigadores e historiadores que se han acercad al tema desde su vertiente puramente histórica. Otra cosa son la tradición secular cristiana, que lleva siglos contando que el cadáver de Santiago el Mayor llegó hasta Galicia en una mítica balsa. De hecho, la Iglesia no ha permitido el estudio científico de esos restos que se conservan bajo el templo románico compostelano, huesos cuya autenticidad ha sido puesta en duda por numerosas voces autorizadas.
Es importante conocer la historia del cristianismo y ver
como todas estas historias se entrelazan unas a otras. Además, se deberían
desmitificar los santuarios y centros de adoración popular, porque son
prácticas paganas, aunque hayan sido pensadas en la cristiandad: “los ídolos de
las naciones nada son”.
Como habéis podido comprobar en esta página hay mas referencias a Prisciliano de Avila que al apóstol Santiago ya que aunque pudiera parecer extraño hay más textos y reseñas bibliográficas e históricas de Prisciliano de Avila en comparación con el apóstol Santiago, ya sea por la peculiaridad de esta persona y por las referencias históricas que atestiguan muchos y variados textos escritos por estudiosos e investigadores a lo largo de la Edad Media y siguientes épocas.
Hasta principios del siglo XII "no hay casi nada escrito sobre la posible presencia de Santiago en España, y miembros de la Iglesia tan influyentes como San Isidoro de Sevilla o San Jerónimo tenían muy claro que en incluso aunque Santiago hubiese predicado aquí, y no hay tampoco ninguna evidencia de ello, él volvió a Jerusalén y fue enterrado probablemente allí, ciertamente no en España"
A Diego Gelmírez, primer arzobispo de Compostela y principal impulsor de la peregrinación hasta la catedral que él mandó hacer grande a principios del siglo XII "no le interesó en absoluto si el que estaba allí enterrado era el aposto Santiago u otro" él era esencialmente "una especie de hombre de negocios que fue a Braga, robó las reliquias de otros santos y las trajo a Compostela, porque lo que quería sobre todo era poner a Compostela en el mapa del peregrinaje.
Aclaración: no ha sido mi intención crear ninguna contraversia. La línea que separa la leyenda de la historia a veces es tan delgada que algunas personas en función de que lado están situadas se pueden volver susceptibles ante la opinión contraria a su fe, sus creencias y conocimientos. Todo lo expuesto en este blog está recopilado de varios sitios a los que he acudido para informarme y trasladarlo aquí para que vosotros podáis conocerlo y disfrutar (como yo he hecho, en este trabajo de investigación) de ello.
NOTA: Textos recopilados de Wikipedia, Isaac Martínez, otros autores y cosecha propia.
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